
Un día después del anuncio del presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, sobre su renuncia a una cuarta reelección, el júbilo inicial de sus miles de opositores abrió paso al escepticismo y la desconfianza de que este paso no sea más que otra maniobra para perpetuarse en el poder, según la prensa local.
Ayer Bouteflika, tras dos semanas y media de multitudinarias y constantes protestas, anunció que no buscará un quinto mandato, la postergación de los comicios del próximo 18 de abril, y el cambio de su primer ministro, además de la convocatoria a una conferencia nacional para modificar la Constitución.
«Abdelaziz Buteflika, en un juego de manos de increíble ligereza política, cancela las elecciones del 18 de abril… para mantenerse en el poder», opinaba en las páginas del diario local en árabe Al Watan su director, Omar Belhuchet.
A la renuncia a la reelección se sumó anoche la designación de un nuevo jefe del gobierno, el que hasta ayer fuera ministro de Interior, Noureddine Bedaui, y de un viceprimer ministro, una figura nueva que desempeñará el ex ministro de Relaciones Exteriores, Ramtam Lamamra.
Ambos son los encargados de pilotar esa anunciada transición, que se pretende vertebrar a través de una Conferencia Nacional «inclusiva e independiente» y de un referéndum que deberían desembocar en unas nuevas presidenciales en un plazo que no se ha determinado.