Para el desquite del martes ante Atlético Mineiro en el Monumental, River necesita volver a vivir una noche épica. Y conseguir una victoria por tres goles de diferencia para ir a los penales y de cuatro o más para llegar directamente a la definición del 30 de noviembre en su propio estadio. Muy dificíl, pero de ninguna manera imposible. Porque la historia juega a favor de los deseos millonarios.
La mayoría de las grandes remontadas en series coperas a partido y revancha en Sudamérica se dieron cuando el perdedor de la ida, definió la llave en condición de local. River mismo lo hizo así en los cuartos de final de la Libertadores de 2017 cuando cayó 3-0 con Jorge Wilsterman en Cochabamba (Bolivia), y en el Monumental dio vuelta la serie goleando 8-0 con una memorable noche de Ignacio Scocco, quien marcó cinco de los tantos. Ese es hasta ahora el mayor vuelco de River en los torneos continentales.
En 2021, también estuvo muy cerca de hacerlo pero en sentido inverso. Primero como local y luego como visitante. Pero se ahogó en la orilla: el 6 de enero de ese año perdió 3 a 0 ante Palmeiras la semifinal de la Copa Libertadores de 2020 a puertas cerradas en la cancha de Independiente. Y una semana más tarde en San Pablo, ganó 2 a 0 con goles del paraguayo Robert Rojas y el colombiano Santos Borré y se quedó afuera pero con una gran polémica por un offside microscópico que detectó el VAR a Borré en la jugada del tercer gol de Gonzalo Montiel y que derivó en su anulación.
En la historia de los torneos continentales, la más grande remontada que se recuerde sucedió en la final de la Copa Conmebol de 1995.Y la sufrió Atlético Mineiro. En el primer partido en Belo Horizonte, había apabullado por 4 a 0 a Central y pareció convertir en un trámite el desquite en Rosario. Pero Central apostó igual a la proeza: lo dirigía Angel Tulio Zof y tenía un muy buen equipo: atajaba Roberto Bonano, Horacio Carbonari y Federico Lussenhoff componían una áspera zaga central, Eduardo Coudet, Omar Palma y Pablo Sánchez aportaban calidad en la media cancha, y Martín Cardetti y Rubén Da Silva, poder en el ataque. Había con qué sostener las ilusiones y aquella noche del 19 de diciembre, 45 mil hinchas centralistas convirtieron el estadio de Arroyito en un infierno de voces y banderas.
Mineiro sintió el clima y flotó sobre el verde césped. Central fue una tromba de ganas y de fútbol y a los 40 minutos del primer tiempo, ya ganaba 3-0 con goles de Da Silva, Carbonari y Cardetti. Para igualar la llave debió esperar hasta la última pelota del partido: Palma lanzó un centro desde la izquierda, Carbonari metió la cabeza y el milagro se hizo realidad: se había dado vuelta la serie y el 4-0 forzó los tiros desde el punto penal: Mineiro erró los dos primeros, Palma, Pobersnik, Carbonari y Da Silva no fallaron y aunque Colusso marró el último, Central venció 4-3, alzó su única copa continental y anotó su nombre en una de las hazañas más notables del fútbol sudamericano de todos los tiempos. Roberto Fontanarrosa la inmortalizó en «Plegarias a la Virgen», uno de sus impagables relatos futboleros.
En los últimos veinticuatro años, ningún equipo que ganó la primera semifinal por tres o más goles se quedó afuera. En 2000, Boca había goleado por 4 a 1 a América de México en la Bombonera y en el desquite en el estadio Azteca, los mexicanos igualaron la serie al ponerse 3 a 0. Pero un gol de cabeza de Walter Samuel desquilibró el global empatado y por 5 a 4, Boca llegó a la final ante Palmeiras en la que lograría la primera Copa Libertadores del ciclo de Carlos Bianchi. La misma situación se planteó en las semifinales de 2005 (Atlético Paranaense 3-Chivas 0), 2014 (San Lorenzo 5-Bolivar 0) y 2017 (Gremio 3-Barcelona de Guayaquil 0). Aunque los perdedores ganaron los desquites como locales, no pudieron revertir y no alcanzaron la final.
Acaso la situación mas comparable a la de River la protagonizó América de México en la Copa Libertadores 2008. En la ida de los octavos de final, el 30 de abril, Flamengo le había ganado 4-2 en el estadio Azteca y parecía tener asegurado el desquite en el Maracaná. Pero el 7 de mayo en Río de Janeiro sucedió lo impensado: Flamengo se confió en exceso, América pisó muy fuerte, se impuso por 3-0 con dos goles desde afuera del área del paraguayo Salvador Cabañas y por 5-4 en el global pasó a cuartos. El actual director técnico de Tigre, Sebastián Domínguez, integró el equipo de las Aguilas en aquellos memorables encuentros.
Otras remontadas se dieron en condición de local. Pero en instancias más alejadas. En los octavos de la Copa Libertadores de 1993, Sporting Cristal había perdido 3-0 la ida en Quito ante El Nacional, pero en Lima ganó 4-0 y siguió de viaje. En los cuartos de final de la Copa de 1999, se dio el mismo cuadro: Cerro Porteño cayó 3-0 en Venezuela ante Estudiantes de Mérida y en Asunción, revirtió venciendo 4-0.
Mientras que en los octavos de la edición de 2012, la Universidad de Chile, dirigida por Jorge Sampaoli, fue goleada en Ecuador 4-1 por Deportivo Quito, pero en el estadio Nacional de Santiago, apabulló por 6-0 y avanzó hasta los cuartos. Algo así deberá hacer River este martes para escalar una serie complicadísima y subirse al podio de las grandes remontadas coperas de la historia.
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