Con el acento puesto en las campañas y la elección presidencial, llega una nueva edición -la número 35- de ese hecho cultural y político tan significativo que es la muestra anual de fotoperiodismo de la Asociación de Reporterxs Gráficxs de la República Argentina (ARGRA). Inaugura este viernes en el Centro Cultural Haroldo Conti, donde permanecerá hasta febrero. La exposición propone un recorrido narrativo por las imágenes más representativas del 2023 del país y del mundo, en materia de actualidad, retratos, vida cotidiana, política, naturaleza y ambiente, arte y espectáculos y deportes.
En las paredes del espacio ubicado en la exEsma (Avenida del Libertador 8151) se expondrán más de 140 fotografías seleccionadas por un comité editor de entre 2500 recibidas por convocatoria. Pertenecen a más de 85 autores y autoras. «El período que abarca la muestra es 2023. Obviamente está atravesada por las elecciones y todo lo que fueron las campañas, así como también por la asunción de un nuevo gobierno y sus consecuencias. También se ve mucha represión en distintas provincias, como Santiago del Estero y Jujuy, y por parte del gobierno nacional», anticipa a Página/12 Sebastián Vricella, presidente de la asociación. La represión es un aspecto que los fotoperiodistas no sólo retratan, sino que también lo viven en carne propia. Por eso, en febrero de este año realizaron un camarazo contra la represión del Gobierno «al pueblo argentino» y los «ataques deliberados de las fuerzas de seguridad a los reporteros gráficos», víctimas de balas de goma, gases lacrimógenos directos a la cara y golpes.
«Nosotros seguimos poniendo el cuerpo y tratando de reflejar lo que vemos. La muestra tiene el espíritu de la primera, del ’81, que mostraba lo que los medios no publicaban», señala Vricella. Este acontecimiento apareció en la escena cultural con el nombre de «El Periodismo Gráfico Argentino» y con una función claramente política, de denuncia. Con la temática central de derechos humanos, en aquella época podían verse las imágenes que no llegaban a los medios por la censura del régimen militar.
Aparte de las varias postales de campañas y de la asunción de Javier Milei, hay un recorrido por las secuelas tempranas del ajuste, plasmadas en las fotos de los vecinos autoconvocados y de cacerolazos contra el DNU de desregulación de la economía, la de un comedor comunitario, la que muestra una detención a un trabajador de prensa. Entre las imágenes hay tres muy icónicas de 2023, que circularon mucho: la de los condenados por el asesinato de Fernándo Báez Sosa en el banquillo en los tribunales de Dolores, de Santiago Hafford; la del beso de Milei a su exnovia Fátima Florez, de Luciano Luis Gargiulo; y la del golpe recibido en la cara por Sergio Berni en una protesta de colectiveros, de Maxi Failla.
La marcha en repudio al asesinato de Facundo Molares en manos de la policía de la Ciudad, el cierre del Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, las agresiones recibidas por manifestantes en la Séptima Marcha por la Soberanía de Lago Escondido, el primer 24M sin Hebe de Bonafini, Riquelme después de votar en las elecciones en las que sería electo presidente de Boca son algunos de los hechos retratados, aunque también hay lugar, por supuesto, para cuestiones fuera de la agenda mediática a las que los fotógrafos se proponen dar visibilidad. También para las habituales y potentes historias gráficas, una sección en la que pueden aparecer aristas más personales e íntimas. En este apartado podrá verse el trabajo de Rodrigo Abd, ganador de un Pullitzer, en Afganistán; y el de Víctor Caivano en la Franja de Gaza. Otro tema ineludible, presente en las «Historias», es la violencia en Rosario (fotos de Farid Dumat Kelzi).
«Hace dos años tomamos la iniciativa de que los hechos de impacto ambiental tomaran preminencia: los incendios, la deforestación, el desmonte, la sequía. Todos los años recibimos fotos de este tipo», cuenta Vricella. En esta sección se podrán ver las imágenes de otro suceso importante del año pasado: el temporal de Bahía Blanca. El fotoperiodista destaca, por otro lado, la presencia de trabajos de alumnos de la escuela de Argra («para nosotros es importante la formación de las nuevas generaciones«, dice).
En tiempos de saturación de imágenes y de sobreinformación, la muestra de Argra vuelve a aparecer en la escena con la premisa de poner en valor el trabajo de los reporteros gráficos como testigos directos y comprometidos de los hechos. Una tarea que asumen más allá de la represión y más allá de las condiciones laborales que actualmente les brinda el oficio. » El fotoperiodismo como se entiende hoy está cambiando, porque hay más trabajadores free lance. Salimos a poner el cuerpo, más allá de la represión, para poder vivir, en un contexto en que el 70 por ciento de los salarios de trabajadores y trabajadoras de prensa están por debajo de la línea de pobreza. La precarización cada año se agrava más, y más en una crisis económica como la que estamos viviendo», expresa el presidente de la asociación.
También por el contexto resultó difícil hacer la muestra este año. No hubo, como en otras ocasiones, aportes de empresas a través de mecenazgo y se cayó el convenio con el área oficial de Cultura. Se consiguieron sponsors, pero no el dinero suficiente. «Es parte de lo que nos toca vivir. No escapamos al desguace de la cultura. La muestra se hace en noviembre y no en julio y agosto como siempre por estos motivos», explica Vricella. Es la primera vez que el Conti es sede. Desde los inicios hasta ahora, en Buenos Aires -el suceso es federal-, lo fueron el Palais de Glace, la Casa Nacional del Bicentenario y el Centro Cultural Borges. Seguramente, el espacio imprima de nuevos sentidos al acontecimiento.
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